miércoles, 12 de mayo de 2010

Un fic erótico



Soy una fan declarada de los fics, me encanta esa letra amateur y el como las personas dejan fluír sus emociones y su imaginación en un ambiente nuevo para los personajes ya creados donde sus creadores jamás esperaron encontrar para sus obras, por eso estuve navegando en un momento de descanso y encontré el que les presento a continuación ... me dejó boquiabierta porque no esperaba algo así, pero debo confesar que también me dejó super excitada, los personajes son nuestra querida Candy White Andley y Neal Leagan, quien vio estos animés siendo pendex entenderá, él era como el natre con ella y se enamora porque Candy era más buena que el pan y una mujer rica, Neal termina siendo un hombre atractivo pero malo con la pobrecita ... le cambié algunas cositas por el tema redacción pero la idea es la misma ... enjoy!!

"Ella esta ahí, con él, y no podrá evitar lo que sucederá ...

La citó haciéndose pasar por otro hombre y ella inocentemente le creyó; era increíble que acudiera de inmediato pensando que era aquel actor famoso de cabellos castaños y que podría reunirse una vez más con él.

Llegó sin compañía a la solitaria y alejada villa, en lugar de encontrar a quien desesperadamente deseaba sentir, la esperaba aquel hombre a quien no deseaba ver, aquel que despreciaba, aquel que siempre la había dañado, su rostro femenino adoptó una expresión de sorpresa, decepción, incluso de miedo.

¿ Qué hará ella? ¿Darle una paliza como lo ha hecho desde la primera vez que se encontraron, desde que se conocieron? no, eso ya no volverá a suceder; ¡maldición!, él ya es un hombre y no permitirá que una mujer, mucho menos ella, lo vuelva a humillar de tal modo.

Él se acerca a la mujer que decía amar, a cada paso que da al frente ella da uno hacia atrás, quiere huir, él piensa que esta vez ya no se le escapara, ya no más, no... él tiene la seguridad que esta noche logrará que la chica lo ame de alguna y otra manera.

- ¡Ma ... maldición! - exclama Candy - ¿como te atreviste a engañarme?.

Neal se acerca a la rubia y elimina la distancia que hay entre ellos. Candy trata de darle una cachetada a su seuestrador pero éste toma sus brazos, inmovilizándola completamente.

- Ya no más - dice Neal con su profunda voz, la voz de un hombre dispuesto a conseguir sea como sea sus objetivos - Las cosas ya no son como cuando éramos niños, ahora yo puedo dominarte.

No perdió tiempo y le roboó un beso a la mujer rubia que era su prisionera,ella trató de girar su rostro delicado hacia los costados para tratar de evitar lo inevitable pero estaba atrapada y se puso a llorar un mar de lágrimas recordando a Terry.

Maldijo el momento en que este hombre se había enamorado de ella; pero... ¿En verdad era amor lo que sentía? o ¿Solo era otra forma que había encontrado para hacerla sufrir?.

La había acorralado contra una de las paredes de aquella mansión, dejando caer todo el peso de su cuerpo sobre el delicado y frágil de Candy, la cual se encontraba totalmente atrapada en aquella situación.

Ella, intentaba moverse, quería alejarse, pero el peso de aquel hombre no la dejaba siquiera respirar libremente.

Lo maldijo e insultó en varias ocasiones pero era inútil, los insultos no le servían de nada, él parecía ignorar por completo sus palabras y se dedicaba solo a besar su rostro y garganta mientras que con su rodilla separaba las piernas de la asustada rubia. Esa era una de las posiciones más indecentes en las que Candy hubiera estado, y más aún, porque era él quien la tenia así.

El hombre no espero más y de inmediato dirigió sus manos hasta los virginales y ya desarrollados pechos de Candy, pensando en que ella ya era toda una mujer, sintiendo su suavidad y turgencia por debajo de la tela del vestido, complacido, excitado.

La rubia abrió los ojos de par en par; necesitaba encontrar una forma para alejarse de él y escapar, pero ¿cómo ...? ¡demonios!. Por más que pensaba no podía encontrar forma alguna de escaparse, se encontraba ante un hombre que obviamente y para su desgracia era muchísimo más fuerte que ella, en una villa a las afueras de la ciudad y para colmo a la orilla de un risco... solo estaban él y ella.

Nuevamente sollozó al saberse vencida por el hombre que más detestaba.
¿Cómo, cómo demonios es que no puede zafarse de la prisión de sus brazos? siempre había sido mucho más fuerte que él a pesar de su condición de mujer ya que Neal había sido un chico consentido, débil y miedoso ¿cómo podía doblegarla así?.

Es cierto, él era débil, pero ambos habían crecido, eran personas adultas, ahora él tenía mayor fuerza física y mucha determinación.

Mientras ella se preguntaba el por qué de la fuerza de su atacante, éste ya había desatado y desabotonado todo lo que unía el vestido de la mujer, de un tirón, la despojó de sus prendas a excepción de la ropa interior, la cual, después de un rato fue desgarrada por aquel hombre fuerte, quedando ella desnuda.

Lloró y lloró inconsolablemente mientras trataba de cubrirse de alguna forma con sus brazos y sin conseguirlo.

- ¿Por qué? -le preguntó Candy sacando fuerzas de flaqueza sin mirar a aquél que la humillaba.

- Porque te amo - le respondió Neal con un susurró que liberó suavemente junto al oído femenino, acariciándola con su voz grave.

Él tenía los ojos llenos de lujuria, haciendo parecer mentira aquellas palabras. Luego, sin darle oportunidad a la rubia para reaccionar, la sujetó bruscamente y sosteniéndola entre su cuerpo y haciéndola mirar hacia la pared, se desvistió quedando desnudo apretándose contra Candy dejando ver un arma sexual que clamaba por ingresar en el virgen cuerpo de esa mujer que lo tenía completamente transtornado.
Bajó las manos hasta las piernas de Candy para separarlas y acomodar a la chica sobre aquel pene que de pronto parecía imponente, ensartándolo en la cavidad femenina de una sola estocada hasta la mitad del trayecto. Ella, asuatada, dejo escapar un gritito en el que quería dejar salir todo el dolor que sintió cuando ese hombre la penetró sin esperar más reproches femeninos.
Neal llevó las manos hasta los turgentes senos de Candy dejando que sus piernas soportaran el peso de la misma, al sentir la redondez y suavidad de aquellos atributos que tanto había anhelado, que ahora poseía por la fuerza, un profundo placer recorrió su cuerpo masculino y bien formado. Apenas habían pasado unos diez minutos desde que él comenzara su violación y Candy ya se sentía cansada, lo suficiente como para perder la conciencia en ese mismo momento y estar al borde del desmayo en más de una ocasión permaneciendo consciente sólo por las estocadas que ese hombre moreno, fuerte y atractivo le daba a su cuerpo y que la hacían abrir los ojos una y otra vez por el dolor, fuerza y sorpresa al sentir semejante miembro dentro de ella. Siguió despierta sin desearlo, queriendo que aquellos momentos fuesen una pesadilla, y que si lograba despertar, esperaba encontrarse en su casa a salvo de él.

- Ya no más, por favor - Rogó en un susurro al mismo tiempo que giró la vista hacia atrás para verlo, observando que Neal no tenia intención alguna de soltarla y que, al contrario, sus manos lujuriosas recorrían su figura esbelta y delicada con insistencia, aferrándose de vez en cuando a los senos que apretaba con fuerza.

El hombre no tuvo consideración y empujó con fuerza, rompiendo el himen de la joven y robándose su virginidad, la rubia dio un grito que resonó en toda la villa, el que fue solamente escuchado por ellos dos, los protagonistas de esa vivencia.
Más lagrimas viajaron por el rostro femenino, adolorida, cansada, humillada; recargada con ambos brazos sobre la pared de la gran estancia. Sus piernas temblaban, y no caía solo por el hecho de que él la mantenía ligeramente sobre el piso mientras la penetraba cada vez más rápido y fuerte.Candy emitió un suave suspiro, delicado y apenas perceptible, al sentir cómo su dolor se iba disipando al mismo tiempo que una extraña sensación nacía en la boca de su estomago para expandirse por todo su cuerpo femenino, para erizarle la piel y llenarla de sensaciones deliciosas.

- Te esta gustando, ¿no es así? - la afirmación del hombre no estaba del todo errada, la mujer que estaba siendo de él en esos instantes tenia varios minutos sin quejarse o insultarlo, permaneciendo pasiva, quieta, sintiendo la oleada de extrañas, pero placenteras sensaciones que aquel hombre le provocaba a su fatigado cuerpo.

Entusiasmado por los gemidos de la mujer, el macho de tez morena salió del interior de ella, haciéndola girar para quedar frente a frente, y de una estocada, volvió a penetrarla admirando su delicada y esbelta figura excitada y bañada en sudor. La vio hermosa, más de lo que siempre la consideró. Guió sus manos hasta el rizado cabello de la rubia para desatar los listones que lo recogían, el cual cayó sobre los hombros y pechos de ella haciéndola ver aun más adulta, más seductora, más mujer.

- Eres muy bella - susurró Neal en un suspiro delicado poco antes de elevarla varios centímetros sobre el piso y seguir sosteniéndola él mismo para dirigir sus ansiosos labios hasta los pechos femeninos y hacerla gemir sin reserva, deleitandolo e incitándolo a continuar. Besó, lamió y saboreó los senos perfectos y turgentes que frente a él se presentaban maravillosos, recibiendo un estímulo en su cuerpo por parte de ella para que no se detuvira y continuara con sus labios recorriéndolos.
Pero de pronto se detuvo, a casi el final del acto sexual se quedó quieto para contemplar a Candy... ella... hermosa, angelical y fuerte ahora se encontraba cansada, sonrojada y excitada a tal grado de permitirle al hombre que más detestaba poseerla de aquella manera. Para la hija adoptiva de los Andley esta era la humillación y la falta de respeto más grande que había recibido en su vida, pero como buena contraparte, también era un maravilloso deleite para su cuerpo.

Mientras los ojos ambarinos masculinos no se despegaban de los verdes ojos femeninos, ella meditó por unos instantes sobre las palabras que saldrían de sus rojos labios, pero se llevó el dedo pulgar a la boca para morderlo y soportar la tentación, aunque a fin de cuentas...

- Por favor, Neal ... termina ya con esto - susurro Candy con su suave voz, él escuchó aquellas palabras llenas de ansiedad, llenas de deseo por continuar, y lo aceptó aunque también lo hizo para terminar aquella humillación para ella. Fue entonces que, sin esperar más, el heredero de los Leagan tomó la figura de Candy por la espalda, se giró y la recostó sobre la alfombra que acariciaba sus pies desnudos sin salir de su cuerpo en ningún momento. Con el piso para recibirlos, Neal reinició las penetraciones al cuerpo de la rubia, con más fuerza y rapidez, admirando gozozo cómo los senos femeninos se movían al compás de cada estocada, subían y bajaban con el mismo entusiasmo que él ponía al ingresar en ella. Candice White Andley entrecerró sus verdes ojos al sentir la fuerza del placer que la recorrió y notó cómo se suavizaba la mirada de su acompañante, sintió como los labios de Neal se unían a los de ella en una caricia que le pareció sinceramente tierna y llena de cariño, aunque era un cariño que él solo sabia expresar aplicando la fuerza; en ese momento a la rubia no le importó y correspondió aquel contacto con la misma suavidad, con la misma intensidad... con pasión y ardor.

- Te quiero - Aquellas palabras dichas con suavidad y entrega, dichas por el joven Leagan y que él ya había expresado en ocasiones anteriores, ahora las pronunciaba entrecortadamente, saboreando la boca de esa mujer que amaba y el interior de ella, esas palabras parecían más fuertes y reales que nunca. A la rubia le devoraba la conciencia... se dejo poseer por alguien que despreciaba y es que ahora que Terry se casaría con Susana, ya no le quedaba nada, nada ... sin embargo sus pensamientos de culpa se disolvieron al verse interrumpidos por los gemidos de placer de Neal y sus, ahora, más fuertes y profundas penetraciones, apretando los dientes para resistir, mirando a una Candy doblegada, excitada, entregada y que por esos momentos había sido todo para él... la escucho gemir profundamente y tratar de respirar para aguantar, un orgasmo la invadió y la llenó de un placer desconocido, retorciéndose bajo el cuerpo de su poseedor excitándolo más con sus quejidos, suspiros, aromas a hembra satisfecha, hizo movimientos y expresó palabras para que todo aquello que tanto placer le daba continuase, Neal, no pudiendo retenerse más, comenzó a bombear al interior de Candy mientras gemía largamente dejando un poco de semen en su vagina y retirando su miembro solo para bañarla con aquel liquido semisalado y caliente, luego, terminado con aquel encuentro, se recostó sobre ella con la cabeza apoyada a modo de descanso sobre los senos de la mujer - su mujer - y las manos de ésta sobre su cabello moviéndolas suavemente entrelazando sus delicados dedos en el mismo, disfrutando de la paz y tranquilidad que los rodeó. Estuvieron pasivos, tranquilos... descansando y reponiéndose de todo esfuerzo, tal como lo hacían las parejas estables, pareciendo mucho más de lo que eran ... pero ¡No eran nada!... Neal pensó que Candy seguramente lo odiaría aun más por lo que le había hecho, y él... Ahh!, Neal la amaría aun más desde ese encuentro casual, con tan solo recordarla en el momento en que recibió el orgasmo, y más aun, en estos instantes en que no están discutiendo, solo abrazados en la oscuridad reinante, ella pensaba que en cuanto saliera de esa odisea se pondría a olvidar lo vivido, mientras que él deseaba que todo aquello se repitiera una vez más.

- Candy... yo ... - el silencio fue interrumpido por la profunda voz masculina, siendo èste, a su vez, interrumpido por las palabras de femeninas.

- Fue por venganza, eso lo sé -

- ¡NO! - exclamó, apresurándose a corregir - Nunca, jamás por esa razón.

Candy lo escuchó atenta y distante, ¿Qué podría decir para justificar aquello? Seguramente el mismo argumento de siempre.

- Pensé que había comenzado a sentir por tí desde aquella vez en que me ayudaste con esos ladrones - dijo irónico y sonriente recordando aquel suceso, él, un hombre, salvado por una mujer, ¡que gracioso! - Pero - continuó - recuerdo que siempre busqué estar cerca de tí, por eso fui al colegio en Londres, por eso me mude a Chicago, y por eso... te cite aquí hoy.

- No, tú solo has querido hacer mi vida imposible molestándome en todo momento, tú ...

- ¡Yo te molestaba porque siempre me gustaste, porque te quería para mí ...! no encontré ninguna otra forma de expresarme ... lo siento.

Candy lo miro con dolor. Su justificación le parecía absurda, un simple pretexto para humillarla aun más, pero en el fondo de su corazón quería creerle, porque nunca entendió la razón exacta de porque la hizo sufrir tanto.

- Debo irme - susurró con aire de tristeza; mientras se vestía, dejo caer unas cuantas lágrimas al saberse completamente diferente y que nunca recuperaría su inocencia dulce y tierna, lo que más deseaba era llegar a su casa y ducharse... lo necesitaba, quería sacarse del cuerpo aquellos sucesos y enterrarlos en su memoria para nunca más dejarlos salir.

Neil se quedó en silencio contemplándola para poco después salir de la villa en compañía de la mujer que amaba, quiso decirle algo... que se quedara con él, que estaría con ella a pesar de que no lo amase... que se casaría con ella para reparar el daño, pero ... bien sabía que la mujer se negaría rotundamente. Al menos, al menos tenía el consuelo de haber sido uno de los hombres en la vida de Candy, así como Anthony fue su primer amor, como Terry el primero que la besó y así como también Albert fue, ha sido y será su protector, él, él había logrado esa noche ser el primero en tener su cuerpo, en amarla a ella de esa forma."


La audaz autora se puso con el nick de Maeda Ai ... la edición, arreglos ortográficos y de continuidad pertenecen a este pechito que leyó este fic en un descanso en la pega.

Yo les publiqué en este sitio el año pasado un cuento de mi autoría, también un fic, erótico, una relación entre un maestro y su ex alumna, una notable diferencia de edad.

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