domingo, 8 de noviembre de 2009

La mujer de Montreal



Esta es mi novela preferida, así que pondré un extracto ad doc a este blog y a quienes lo lean, ella es mi heroína y se llama "Estela" quien es una mujer fuerte del siglo XIX casada con un hacendado regio que no da su brazo a torcer y se llama Juan Manuel Montreal, lo que no sabe él es que su mujer es especial en todo ámbito de cosas, aquí está participando de una ceremonia especial. Novela escrita el año 2005.

"La desnudaron y le pintaron completamente el bello rostro dejando su hermosa cabellera rubia suelta corriendo por su espalda, le pintaron los senos y el vientre, y luego la vistieron con la túnica nuevamente. Estela estaba nerviosa, no lo ocultaba, temblaba ante los sucesos venideros, sabía exactamente lo que pasaría pero le temía al Macho.
La ceremonia comenzó, las brujas aceptaron a la joven como una más de ellas y la pusieron junto a la fogata, Estela recién notó que había un lecho de hierbas sagradas, muy aromático, junto al fuego sagrado, en la cabecera del lecho, sobre la cabecera, habían dos pequeñas estacas separadas entre sí y unidas por una cuerda de cáñamo. Las brujas comenzaron un canto que a Estela le fue fácil aprender, luego se le hizo monótono y la embargó un sueño enorme, las brujas comenzaron una danza lenta a su alrededor, una de las mujeres echó al fuego una gran cantidad de hierbas, el humo que se formó era medio picante y luego se transformó en dulzón, la joven se sintió flotar y con más sueño. De pronto lo sintió venir, su corazón dio un salto tan fuerte que el sueño se desvaneció en forma inmediata, pudo oírlo y oler su aroma a macho recio y en celo, venía por ella, caminaba con los pies descalzos casi sin tocar la hierba del bosque, suave y masculino, caminaba directo hacia aquel encuentro mágico que la ayudaría a tener un bebé de su amado esposo, lo vio aparecer entre los árboles, a varios metros de donde se encontraba. Estela comenzó a respirar en forma acelerada, el Macho se le acercó lento, venía desnudo, cubierto solamente por un taparrabos de cuero en su cintura, su caminar era seguro y masculino, Estela observó su cuerpo magnífico y fuerte, su corazón latió cada vez más acelerado y con gozo al ver que era un hombre bello y perfecto, su rostro estaba completamente pintado como el de ella y sus ojos los tenía cubierto con una máscara de cuero, en su cabeza tenía una gorra de cuero con dos cachos preciosos y enormes de toro, muy parecida al tipo de casco viquingo. La joven respiraba por la boca, sus sentidos estaban alterados, su presencia masculina la excitaba, el Macho era un hombre alto y musculoso, cada músculo se le notaba a cada paso que daba. Él no apartó los ojos de ella en ningún momento, llegó hasta Estela y se detuvo a sólo unos centímetros del cuerpo femenino, la joven estaba extasiada por su figura y su virilidad. Los ojos oscuros de él la miraron con deseo, sin hablar en ningún momento le desabrochó la cuerda sagrada de la cintura, le quitó la túnica y le acarició con mucha suavidad el cabello rubio y el rostro, la acostó con suavidad en el lecho, Estela aspiró el agradable aroma de las hierbas, él se quitó el taparrabos y se inclinó a su lado, la joven lo miraba agitada, el único hombre que había visto desnudo era su marido y éste que estaba a su lado le pareció maravilloso, el Macho se recostó sobre ella y Estela en forma automática separó sus piernas y enredó sus muñecas en el cáñamo que estaba sobre su cabeza, la idea era que no lo tocara pues en medio del placer del sexo ella podía dejarse llevar por el deseo y romper las reglas, la penetró con suavidad y la joven disfrutó el primer contacto entre ellos, le hizo el amor con mucho respeto, le brindó mucho placer, Estela cerró sus ojos disfrutando, gozando de sus caricias, sintiéndose perdida de tanto placer, sintió su agradable aliento a menta en su rostro, percibió el placer masculino tan intenso como el de ella, en su mente se presentó la imagen querida de su marido, y sin querer susurró su nombre, se imaginó que era él quien estaba copulando con ella.
- Juan Manuel ... Juan Manuel ... – susurró casi en silencio con placer.
Se dio cuenta en lo diferentes que eran esos dos hombres, el Macho y su marido, ambos tenían formas totalmente distintas de acariciarla, de tocarla y de besarla. No podía decir más el nombre de su amado y calló disfrutando de ese otro hombre. De pronto sintió el deseo de mirarlo y abrió los ojos, él le leyó el pensamiento y también lo hizo, los azules y bellos ojos de Estela hablaban por sí solos y le dieron las gracias por aquel enorme placer que le brindaba, él tenía las pupilas dilatadas y los ojos tan oscuros que no pudo saber de qué color eran, su respiración era entrecortada de tanto gozo y sin dejar de mirar los azules ojos femeninos, terminó, Estela sintió el suave y tibio líquido correr en su interior, tal como le dijeron las otras brujas. Ella ya estaba relajada, respirando cansada, esperando que él hiciera algo pues había quedado agotado sobre el cuerpo femenino con la cabeza apoyada sobre uno de sus delicados hombros, de pronto la miró al rostro y le besó los dulces labios pintados de rojo, la saboreó y la disfrutó como si se le fuera la vida en ese beso. Se separó de ella y se sentó a su lado sin dejar de observar lo hermosa que era, una bruja se le acercó y le dio de fumar algo, un estimulante porque volvió a hacerla suya nuevamente, Estela estaba también sobre excitada con los vapores que emanaban de la fogata, disfrutó con enorme placer cada uno de sus embistes, cada caricia y cada beso en sus labios, era un hombre suave y respetuoso, varonil y seguro de cada movimiento, experto en el arte de amar, "...es un hombre sagrado y por lo tanto no debes tocarlo, debes dejar que él haga todo ..." le habían dicho. Le encantaron sus ojos masculinos desconocidos, su agradable aliento a menta, su sonrisa blanca y sincera, se dejó amar por él y lo amó por el tiempo que duró su odisea, su masculino cuerpo tibio le transmitió seguridad y cariño, cinco veces la hizo suya y las cinco veces la llenó, en la última, él alargó sus fuertes manos hasta las de ella, y con cariño las soltó del cáñamo, luego le besó las muñecas lastimadas y le acarició el cuerpo delgado y firme, le besó los senos firmes y duros, y terminó besándola en los labios, ahora con mayor intimidad. Después se puso de pie y se cubrió con el taparrabos, la ayudó a ponerse de pie, le colocó la túnica y le quitó algunas hierbas del cabello, se lo acarició con ternura y dándole un beso en la mejilla se marchó por el mismo camino que había llegado. Estela lo vio alejarse contenta y satisfecha. Durante todo lo que duró la cópula, él no emitió sonido alguno y las brujas entonaron cánticos, alimentaron el fuego con hierbas sagradas y danzaron suavemente alrededor de ellos.
- ¿Estás bien, mi niña? – le preguntó Mama Pancha tocándola con cariño.
Estela la miró y sonrió, aún era de noche, faltaba mucho para que amaneciera, observó el lugar del bosque por donde el Macho de la Noche se había marchado.

No hay comentarios.: